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Bienvenidos al Blog de Violencia Transpolítica; para frenar la violencia sería por medio del pacifismo, uno de los representantes de ello es Mahatma Gandhi, y una de sus ideas de la no violencia será expuesta a continuación:

"La no violencia y la cobardía son términos contrarios. La no violencia es la mayor virtud, la cobardía es el mayor vicio. La no violencia siempre sufre, la cobardía provoca sufrimiento. La no violencia perfecta es la mayor valentía. La conducta no violenta no es desnaturalizante, la cobardía siempre lo es"( Mahatma Gandhi)

miércoles, 20 de mayo de 2009

......RECOMENDADOS.....


Para mayor información puede consultar:

  • ENSAYOS [TRABAJOS NO PUBLICADOS]

Pedroza Rojas, Olga Andrea.[2008] Violencia transpolítica: ¿Existen otros Luis Santiagos?
Asignatura “Literatura” del Grado 11- Colegio Calasanz Femenino, Bogotá-Colombia, 2008. Págs.1-36



  • ARTÍCULOS DE PUBLICACIONES EN SERIE

Bishop Ryan, Phillips John. “Violence”. Theory, Culture & Society. Vol. 23, No. 2-3, 377-385 (2006) DOI: 10.1177/0263276406063782.

Brown, L. K. “Adolescent dating violence: The perspectives of a researcher and a Parent”. Brown University Child & Adolescent Behavior Letter, 2007. 23 (11), p.1-6.

Vivas Piñeros, Sonia Liliana (2007). “La experiencia de la violencia en Colombia: apuntes para pensar la formación ciudadana”. Universitas Humanistas. Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá-Colombia. No. 63 Págs. 269-286.ISSN: 0120-4807

sábado, 9 de mayo de 2009

VIOLENCE Bishop Ryan, Phillips John

Puede hablarse de violencia desde diferentes ópticas, pero su definición más básica es aquella en la que alguien actúa y condiciona por la fuerza a otros, con consecuencias graves sobre los afectados, especialmente cuando se analizan y toman en consideración las fuentes y causas. Comenzamos este artículo identificando algunos de los elementos de la violencia insertos en los discursos filosóficos y religiosos y luego nos concentraremos analizar cómo la violencia problematiza conceptos de ley y de justicia en contextos históricos del mundo. Examinaremos varias tradiciones incluidas la mitología indoeuropea [Indú, Taoísta, griega clásica], antes de tratar el concepto de violencia en el pensamiento moderno, como una revisión del cristianismo. Concluimos con una cierta discusión de la violencia epistemológica y de sus críticos.


jueves, 30 de abril de 2009

Pedroza Rojas Olga Andrea. “Violencia contra la niñez ¿Existen otros Luis Santiagos?”

En este ensayo sobre la violencia transpolítica, Olga Andrea Pedroza Rojas desarrolla en forma documentada [en torno a un conmovedor hecho de violencia contra la niñez ocurrido en Colombia, a finales del año 2008, y protagonizado por un padre de familia en contra de su propio hijo, a quien terminó quitándole la vida], el tema de la violencia infantil. Éste, como lo dice su autora, es una aproximación a la respuesta argumentativa, “desde la perspectiva de una colegiala, a la pregunta ¿qué factores determinan la violencia infantil en nuestro país?”:



El texto desarrolla los elementos que caracterizan la violencia infantil, sus relaciones causa-efecto-consecuencia, escenarios y población más vulnerable. Es un tema abordado desde la perspectiva transpolítica, término éste, que la autora toma del escritor colombiano Mario Mendoza para describir la violencia intrafamiliar, de esa que se gesta y realiza en la calle, en el trabajo, en el bar, en la oficina, la violencia de la informalidad, del día a día; la cual no está enmarcada en la lucha formal de poder, entre las fuerzas y dirigentes del establecimiento con los grupos al margen de la ley oficialmente reconocidos como tales.


En su artículo, la autora, además de exponer su pensamiento sobre la dimensión de la violencia como flagelo social encunado en todos los niveles de la sociedad, e infortunadamente ensañado en la población más vulnerable: la niñez, analiza con sentido crítico los elementos esenciales que describen la raíz del problema. El caso del secuestro y fallecimiento del niño de once meses Luis Santiago en manos de su propio padre, lo describe dolorosamente la autora y le sirve para plantear una pregunta aún más dolorosa ¿Existen otros Luis Santiago?, reconociendo al final de su escrito, que lastimosamente “no se trata de un caso aislado y que son muchos los Luis Santiago declarados y anónimos que fallecen como consecuencia de maltrato, la mayor de las veces en manos de su propia familia”.

Para desarrollar el tema, la autora comienza por hacer una disquisición entre el alcance de lo político en la denominada “violencia transpolítica. Dice en su texto que:


“La naturaleza social del hombre le hace un ser político. Si el beneficio de una sociedad es el fin de la política y entendemos como tal los procesos y desarrollos humanos que orientan y gobiernan la acción del estado en procura de ese fin social colectivo, deberá deducirse que difícilmente se puede hacer una separación taxativa y concreta de lo que es o no político, pues, en una sociedad, todos los actos de unos y otros, terminan siendo políticos. Los resultados de la violencia que se vive al interior de una familia (que teóricamente sólo le interesa a ella y que en consecuencia no debería incidir en las demás familias) termina siendo un factor de alteración de la armonía en el vecindario y este hecho en sí, trasciende al estrado político por cuanto toca normas de convivencia de un conglomerado social y por ende tiene su connotación política (de organización, de entendimientos, de normas internas, de recursos, de principios). En buena parte la familia refleja las fortalezas y/o debilidades de organización general del Estado….”.



Y complementa la anterior reflexión con el siguiente ejemplo:

“Un hombre sale de su casa desesperado por no tener para sus propias necesidades y las de su familia las mínimas raciones de agua, y observa que el vecino (y en ocasiones los propios funcionarios del Estado) la malgastan en oficios no primarios (lavado de carros, pisos, riego de jardines, juegos en la calle, etc.). ¿Cuál cree que debe ser la reacción de quien sufre por la carencia de este recurso? Una posible reacción será la rabia, la impotencia y/o la violencia. Este incidente, aparentemente no político, es “político” en toda la dimensión de la palabra, pues se refleja en él elementos de desigualdad social, y de irracionalidad y falta de sentido común en el uso de los bienes y servicios. Cabe aquí la pregunta: ¿Es o no, esta violencia de orden político?. Claro, este tipo de conflicto no es organizado, no tiene una estructura de mando, no persigue el poder, no se apoya en el uso de la fuerza estructurada y en armas sofisticadas, no tiene un código que seguir ni una jerarquía de mando, pero es una situación con raíz política. Desde este punto de vista, toda violencia (distinta a los conflictos internos del ser humano, del yo individual, de sus propias negaciones y de sus propias guerras) es política, la cual puede ser organizada o no."


Expuestos sus puntos de vista sobre violencia (desde lo político y lo transpolítico”), Olga Andrea Pedroza Rojas profundiza en la violencia infantil, haciendo un recuento de hechos en el contexto mundial a lo largo de la historia del hombre, cuyo desenlace fue el empleo de la violencia y la desaparición forzada de los menores. Todo esto para concluir en el desarrollo crítico del caso del niño Luis Santiago.


Este ensayo demanda la atención y consagra el tiempo de quien empieza a leerlo, quien no abandona su interés de llegar hasta el final del texto, encontrándose que su autora, lejos de cerrar un capítulo, motiva al lector a seguir indagando, a hacerse preguntas y a buscar respuestas.



Frabutt James y White Jacquelyn. “Delinquency and violence among girls”

Investigaciones sobre violencia [en sus diferentes manifestaciones]han sido enfocadas a determinar si sus efectos difieren según el género. Al menos en Latinoamérica, por razones de crianza, cultura, educación, costumbres, se pensaría en primera instancia en una mayor docilidad de las niñas frente a los varones. Sin embargo, la realidad de los hechos y la tendencias muestran que, en muchos casos, predomina la violencia en el género femenino, ya que las mujeres sean las víctimas o porque ellas sean protagonistas de episodios de agresión.

La nueva dinámica social marcada por el consumismo y el alejamiento de los valores primarios de la familia parece haber creado nuevos elementos que disparan la violencia en adolescentes, la cual usualmente se asocia a conflictos familiares, problemas y traumas vividos por los jóvenes durante la niñez, y su incursión en drogadicción, alcoholismo, prostitución, vandalismo, etc. Los estudios con jóvenes de escolaridad secundaria muestran que la delincuencia antes de la edad de trece años es un factor de riesgo significativo en actitudes de violencia durante la adolescencia y edad madura. De hecho, la propia escuela, centro de convergencia de una población heterogénea social, es un escenario donde se desarrollan roces entre los jóvenes, usualmente agitado por una sicología de cuerpo formada alrededor de grupos que entran en conflicto.


Los justos derechos de equidad logrados por la mujer, infortunadamente ha llevado también a que las jovencitas imiten conductas agresivas, históricamente característica de los adolescentes varones. La violencia entre las mujeres adolescente es el tema central abordado por James Frabutt y Jacqueline White en su artículo “Delinquency and violence among girls” , quienes señalan que las tasas de violencia han aumentado entre las niñas en el último decenio, hasta el punto que en algunos países, entre ellos Estados Unidos la delincuencia y la violencia entre las niñas el problema es cada día más complejo y es considerado de interés en salud pública.


Su trabajo investigativo es soportado en un profundo análisis estadístico que toma como muestra la población de niñas de Estados Unidos, y aborda la identificación de caracteres e indicadores que permiten precisar los factores de riesgo y detonación de la violencia en y entre niñas y asomar fórmulas de prevención y atención de esta conducta y por consiguiente de reducción de los niveles de delincuencia juvenil femenina.

Es decir, el exámen de estos autores se refiere a un problema social de la delincuencia entre las niñas, que muestra mayores dimensiones cada día. El artículo concluye a manera de epílogo con dos reseñas de libros, una de Anthony Dosen quien hace comentarios a la obra “Ratio Studiorium": Perspectivas 400 aniversario, del sacerdote jesuita Vincent Duminuco, y la segunda, escrita por Carlos Russo, quien reflexiona sobre la obra de Sarah Watson respecto de La negligencia y la responsabilidad formal y personal de las escuelas privadas: un problema de deber, causalidad y defensa.

Brown Larry. “Adolescent dating violence: The perspectives of a researcher and a parent”,


Larry Brown autor del artículo “adolescent dating violence: The perspectives of a researcher and a parent” aborda, desde la perspectiva de un investigador clínico y desde la visión del padre de un adolescente, la situación de violencia de pareja vivida por éste.


Las conclusiones y reflexiones encontradas desde la investigación clínica señalan que para los adolescentes, las citas y las relaciones propias de su edad, lejos de resultar en una experiencia agradable y plena de emociones se convierte, usualmente, en una travesía amarga marcada por la violencia. Silverman (2001) señala con datos estadísticos logrados mediante aplicación de encuestas a estudiantes de secundaria que, al menos el 30% de los adolescentes han experimentado violencia de pareja en el último año, una cifra que resulta ser de proporciones epidémicas. La razón por la cual los adolescentes suelen ser más susceptibles a este tipo de violencia radica en que a esta edad experimentan diferentes patrones de comportamiento en sus relaciones con los adultos, que son considerados como conductas inaceptables para las personas mayores y en general por su comunidad.


La conducta de los adolescentes está de alguna manera marcada por la violencia intrafamiliar protagonizada por las parejas y a la imitación de conductas observadas en otros. Son varias las consecuencias derivadas de la violencia de pareja y pese a que se ha ido adquiriendo conciencia del problema y pese a que los adolescentes admiten no ser emocionalmente controlados y mostrar malos tratos verbales en una relación, no aceptan que llevan una relación violenta con su pareja.


En procura de soluciones al problema se han abordado sendas investigaciones orientadas a definir, diagnosticar y evaluar el tratamiento médico más apropiado de Abuso Infantil. Se ha encontrado que la formación para padres con comportamiento bipolar redunda en el bienestar del niño. Pese a los Estudios y tratamiento de casos de comportamiento de adolescentes, análisis de dimensiones de Aprendizaje, predicción de los estados de Ansiedad, seguimiento de adolescentes con dependencia de las droga, nuevos estudios revelan un aumento significativo en las tasas de suicidio de adolescentes con situaciones de hijo único, combinadas con ansiedad, intimidación, persecución, permite predecir que la persona tendrá problemas en la edad adulta; de esta forma, tal conducta parece reflejar el estigma y la enfermedad mental infantil.

“La experiencia de la violencia en Colombia: apuntes para pensar la formación ciudadana” de Sonia L Vivas Piñeros., 2006


Diferentes corrientes filosóficas han abordado el tema de la violencia en sus diversas manifestaciones en una sana búsqueda de encontrar las raíces de este flagelo y a partir de ellas, plantear soluciones que puedan reducir sustancialmente el número de casos o al menos mitigar y/o hacer frente a las consecuencias que y secuelas que deja la violencia.



Colombia, infortunadamente acostumbrado a una cultura vivencial de la violencia política (protagonizada por los grupos al margen de la ley oficialmente reconocidos como tales) y de violencia transpolítica (aquellas manifestaciones cotidianas de la violencia que surgen en la dinámica social por precarias relaciones humanas, ambientes de intolerancia, situaciones de marginamiento, esquemas de desigualdad social, brotes de abuso y presiones indebidas, etc.) como mecanismos de resolución de conflictos, resulta plausible que el tema se aborde en búsqueda de soluciones.



Trascender al análisis y a la presentación de definiciones, superar la enquistada vocación de crítica de los bandos en conflicto, y proponer fórmulas que posibiliten ir más allá del lamento acostumbrado por vivir en un ambiente violento, parece ser una tarea razonable, en el sentido de construir unos fundamentos que posibiliten una Colombia en paz, con opciones de realización para todos.



En su obra “La experiencia de la violencia en Colombia: apuntes para pensar la formación ciudadana”, su autora presenta una visión histórica de la violencia a partir del análisis de obras que plasman la vivencia experiencial de quienes de alguna forma, directa o indirectamente, han protagonizado los hechos. Es un aporte a la comprensión de la esencia dinámica de la historia del país, de su cultura, de sus costumbres, de su violencia. Es una historia dinámica, imbuida en un contexto violento, una cruda realidad que debe entenderse si se desea consolidar la idea de que la sociedad es susceptible a cambios y que la paz es una opción posible en ella.




En el marco del primer enfoque (narrativo experiencial), el artículo hace referencia a la violencia desatada a mediados de la década de los cincuenta y para ello cita las obras: “Las guerrillas del Llano (1976)” que reseña el pensamiento de las fuerzas “rebeldes” frente al establecimiento conservador de la época y el libro “Las guerrillas en los Llanos Orientales” (1954), el cual describe la táctica empleada por las fuerzas armadas para contrarrestar los movimientos de los alzados en armas.



En el marco del enfoque de “culpabilidad partidista”, la autora hace mención a las obras [De la República a la Dictadura: sobre la política colombiana (1955) del liberal Carlos Lleras Restrepo y “De la revolución al orden nuevo: proceso y drama de un pueblo (1956) de Rafael Azula Barrera, de filiación conservadora], textos que revelan los testimonios, posturas y responsabilidades aceptadas por parte de los partidos [liberal-conservador] de la confrontación y violencia partidista ocurrida en la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, en Colombia [no ajenos a las diversas corrientes socio-económicas y políticas mundiales] han surgido nuevas relaciones causa-efecto, que dan a la violencia otras particularidades, y muestran nuevos actores [comunismo, pobreza, ignorancia, consumismo, etc.].



El tercer enfoque, visto desde los estrados académicos [compromiso social de las aulas universitarias], la autora del artículo cita como texto de análisis retrospectivo de la violencia, la obra de Guzmán et al., 1962, denominada “La violencia en Colombia: estudio de un proceso social”, proponiendo de esta forma un nuevo enfoque para abordar el tema: el científico-social apoyado en la visión interdisciplinaria propia de la academia. Otro hito de importancia citado por Sonia L. Vivas lo menciona Sánchez, 1995, en “Colombia: violencia en y Democracia” referido al informe presentado en 1987, por la II Comisión de Estudios Sobre la Violencia en Colombia, el cual revela “la complejidad del fenómeno de la violencia en el país y destaca el protagonismo tanto del escenario político [marco explicativo-causal] como a las variaciones que, en los ámbitos regionales, sociales, económicos y culturales, tiene el conflicto.


En esencia, el trabajo de Sonia L Vivas P propone abordar la experiencia vivencial de la violencia en Colombia como pivote referencial que posibilita la formación ciudadana. La autora destaca que aún falta darle una lectura histórica a la violencia que permita contextualizar la experiencia de la violencia. Así mismo, analiza las implicaciones de la formación ciudadana a partir de la pedagogía del pensamiento crítico, en un intento por entender la experiencia vivencial de la violencia en Colombia, de resignificar la academia, sus prácticas, sus relaciones y su proyección ante los demás ámbitos sociales.


miércoles, 8 de abril de 2009

En mi opinión, la naturaleza social del hombre le hace un ser político. Si el beneficio de una sociedad es el fin de la política y entendemos como tal los procesos y desarrollos humanos que orientan y gobiernan la acción del estado en procura de ese fin social colectivo, deberá deducirse que difícilmente se puede hacer una separación taxativa y concreta de lo que es o no político, pues, en una sociedad, todos los actos de unos y otros, terminan siendo políticos.

Los resultados de la violencia que se vive al interior de una familia (que teóricamente solo le interesa a ella y que en consecuencia no debería incidir en las demás familias) termina siendo un factor de alteración de la armonía en el vecindario y este hecho en sí, trasciende al estrado político por cuanto toca normas de convivencia de un conglomerado social y por ende tiene su connotación política (de organización, de entendimientos, de normas internas, de recursos, de principios). En buena parte la familia refleja las fortalezas y/o debilidades de organización general del Estado.

Un hombre sale de su casa desesperado por no tener para sus propias necesidades y las de su familia las mínimas raciones de agua, y observa que el vecino (y en ocasiones los propios funcionarios del Estado) la malgastan en oficios no primarios (lavado de carros, pisos, riego de jardines, juegos en la calle, etc). ¿Cuál cree que debe ser la reacción de quien sufre por la carencia de este recurso? Una posible reacción será la rabia, la impotencia y/o la violencia. Este incidente, aparentemente no político, es “político” en toda la dimensión de la palabra, pues se refleja en él elementos de desigualdad social, y de irracionalidad y falta de sentido común en el uso de los bienes y servicios. Cabe aquí la pregunta: ¿Es o no, esta violencia de orden político?

Claro, este tipo de conflicto no es organizado, no tiene una estructura de mando, no persigue el poder, no se apoya en el uso de la fuerza estructurada y en armas sofisticadas, no tiene un código que seguir ni una jerarquía de mando, pero es una situación con raíz política.


Desde este punto de vista considero que toda violencia (distinta a los conflictos internos del ser humano, del yo individual, de sus propias negaciones y de sus propias guerras) es política, la cual puede ser organizada o no.


La violencia organizada termina siendo “legitimada” por el propio Estado al dar al oponente condición de enemigo y de buscar con él, según concepto de Santiago Alba Rico, negociar o darle estatus político. La violencia no organizada puede darse entre miembros de una misma familia (intrafamiliar) o entre personas desconocidas o de grupos sociales diferentes; puede ser sistémica (obedecer a planes preconcebidos, a meditaciones pensadas, a hechos provocativos) o aleatoria (simplemente ocurre al azar, en determinadas condiciones, por actores inesperados), coyuntural (se dan condiciones especificas una o muy contadas veces) o recurrente (varias veces), puntual (pocos individuos) o colectiva (todo un conglomerado), local (en un sitio dado), regional, nacional (y en este caso, al incluir la aldea universal lo político vuelve a tener importancia capital).


De conformidad con el alcance del acto de violencia o agresión, esta puede ser: física (sexual o no sexual), psíquica, moral, emocional, económica, laboral, religiosa, verbal, etc.


La convivencia, aún en las culturas más sofisticadas, genera roces, suscita problemas. La desigualdad social resultante de políticas inadecuadas genera conflictos. En un contexto ambiental propicio, las pasiones e intereses propios de cada ser humano son detonantes de sentimientos y actitudes irracionales que degeneran en actos de violencia. Es decir, la violencia puede ser, premeditada o no; y pese a que ambos casos no tienen justificación, y los dos conllevan violación de normas de convivencia establecidas, la primera forma (violencia deliberada) tiene peso de etnicidad, de trasgresión premeditada de la ley; la segunda, podría ser objeto de mayor análisis.


Lo difícil de este concepto es que universalmente no existe un entendimiento general y una acepción única sobre lo que puede o no ser considerado violencia; mientras en unos países ciertas acciones son deliberadamente no considerados “actos de violencia” en otros, son duramente castigados; pues existen culturas que practican ciertos rituales que, más allá de realizar una mutilación o de castrar la libertad de género, se aliena el ser como tal; lo aberrante de la situación es encontrar escenarios donde el propio Estado comete, en aras a preservar el orden, verdaderos actos de violencia y de barbarie.

En ocasiones la solución aplicada por el establecimiento o por las personas encargadas de la justicia, termina siendo más violenta que la violencia que pretenden corregir.

La vida del ser humano sigue el movimiento pendular de la existencia, en un juego de luces y de sombras, pleno de sensaciones extremas, de alegría y tristeza, de apegos y desafectos, de encuentros y despedidas, de proximidades y distancias, embebida en un tejido social aún más complejo, con intrincadas relaciones que son ya un reto al equilibrio emocional y psíquico.

En ese mar de turbulentas relaciones los seres humanos conviven, celebran triunfos, comparten dolores, brindan alegrías, tejen angustias, olvidan rencores, remiendan recuerdos raídos por las desesperanzas, beben ilusiones, se acercan para odiarse y se distancian para amarse, se abrasan al abrazarse, se quitan la palabra, construyen abismos de silencios, tienden puentes de encuentros para fabricar el desencuentro, extienden la mano del saludo y se esquivan la mirada, se bebe el almíbar del odio, se despide la palabra y se da espacio a la desesperación.


Todo lo anterior, sin olvidar que para sobrevivir y permitir que el reloj de la vida no deje de marcar las horas, muchas personas deben arañar recursos, cruzar descalzos las estriadas calles de la ciudad en un movimiento no lineal buscando la posibilidad de una oferta laboral que siempre les es esquiva, deben buscar en el fondo de las vasijas de los desperdicios urbanos un trozo de alimento para llevarse a la boca y luego orar para que ese bocado no sea el pasaporte hacia la muerte o deben inventarse el pan de la nada o fabricarse alimento imaginario para seguir en la búsqueda, con la fe de que al no ser eterna la noche, la posibilidad de la sonrisa esté muy cerca.